viernes, 29 de septiembre de 2017
sábado, 23 de septiembre de 2017
VEXILOLOGIA I: El dos veces capturado estandarte del 2° de Línea, Chile. Por Patricio Greve Möller
-Historia.
La historia del estandarte, remonta la fecha exacta de su fabricación, al segundo semestre del año de 1855, ya que recién aparece mencionado en la Memoria de Guerra del año 1856. Por consiguiente, el decreto de 1843 define su forma, dimensiones, color y composición para este cuerpo de línea del ejército de Chile.
Esta loable
insignia siguió a su unidad en todas sus vicisitudes militares, incluso en la
frontera de Arauco. Iniciada la guerra de 1879, el estandarte viajó hacia el
norte siguiendo a su cuerpo. Tras el inicio de las operaciones militares
terrestres, estandarte y abanderado avanzaron a los campos de batalla en el
desierto nortino.
Representación dramática de
la defensa a muerte del
estandarte del 2° de Línea en la batalla de Tarapacá,
el 27 de noviembre de 1879
(ilustración de Orompello, colección del autor).
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Tras la batalla de
San Francisco (Dolores) el 19 de noviembre de 1879, el 2° de Línea marchó hacia
Tarapacá con las fuerzas de Arteaga. Detectando al enemigo en la quebrada, se
programó el ataque en tres columnas. Le tocó al 2° de Línea la columna Ramírez,
en el fondo de la quebrada. En el ataque de la mañana, el estandarte del 2° de
Línea y su abanderado, Subteniente Telésforo Barahona Romero, son rodeados por
el enemigo.
El abanderado don Telésforo Barahona, sobre el cerro Redondo de la
quebrada, cae atravesado por dos proyectiles, abrazado al estandarte. En ese
momento, la escolta, compuesta de clases premiadas, rodea a su oficial y se
bate serena y tranquila. El estandarte lo toma el Sargento 2° Francisco
Aravena, quien corre la misma suerte; luego el Sargento 2° Timoteo Muñoz, quien
lo defiende hasta morir y sucesivamente le siguen los Cabo 1° José Domingo
Pérez y Bernardino Gutiérrez. Forman también parte de esta honrosa escolta los
Sargento 2° Justo Urrutia y José María Castañeda; el Cabo 1° Ruperto Echáurren,
además del soldado de cuarto premio, Juan Carvajal.
Al caer uno a uno,
la insignia queda abandonada, porque sus defensores yacen muertos o moribundos
a su lado. El batallón peruano “Guardias
de Arequipa” llega hasta las filas del 2º de Línea arrancando como trofeo
el estandarte, celebrando con alegres vivas la captura.
El soldado peruano
Mariano Santos Mateos del batallón “Guardias de Arequipa”, que cogió y
entregó el estandarte capturado a sus superiores, confesó que fue necesario
abrir con la punta de su bayoneta la mano de su último defensor que lo
empuñaba, ya muerto.
La crónica
boliviana indica que fue el soldado Pascual Mérida, de la localidad de
Colcapirgua, departamento de Cochabamba, quien recogió la enseña y se la
entregó al soldado peruano Mariano Santos Mateos. La enseña capturada fue
llevada a Arica por las tropas aliadas en retirada, siendo posteriormente
depositada en Tacna.
Tras la batalla de
Tacna (26-05-1880), y la ocupación chilena de la ciudad, fue recuperada en la
iglesia de San Ramón, merced a la sagacidad del Capitán de ingenieros don
Enrique Munizaga y del capellán castrense don Ruperto Marchant Pereira. El General
Baquedano promete al comandante del 2º de Línea, ponerle en posesión del
estandarte del cuerpo perdido en Tarapacá.
El comandante
escribió a Chile, solicitando la venia de algunas distinguidas personas para
que apadrinaran la bendición de la preciada reliquia. Los padrinos designados
fueron el General Manuel Baquedano y la señora doña Eulogia Echáurren viuda de
Errázuriz, el señor Federico Varela y señora doña Juana Ross viuda de Edwards,
el señor Benjamín Vicuña Mackenna y señora doña Victoria Subercaseaux de Vicuña
Mackenna, el Coronel don Pedro Lagos y señora doña Juana Lagos de Lagos.
Como las personas
residían en Chile y se encontraban imposibilitadas para trasladarse a Lurín,
nombran representantes para la ceremonia. La señora Echáurren de Errázuriz se
hace representar por el General Baquedano, la señora Ross de Edwards por el
señor Eulogio Altamirano, don Francisco Varela por el señor don Eusebio Lillo,
don Benjamín Vicuña y señora por don Estanislao del Canto, y la señora de Lagos
por su señor marido.
El 9 de enero de 1881 se realiza la ceremonia de devolución del
estandarte perdido. A las 9 A.M. forma el 2º de Línea en batalla, frente al
cuartel general en San Pedro de Lurín. Siguen a retaguardia destacamentos de
todos los cuerpos del ejército y a uno y otro lado del altar portátil del
capellán don Esteban Vivanco, gran número de jefes y oficiales francos.
El capellán Vivanco
termina la misa, bendice el estandarte y sin despojarse de las vestiduras de
ceremonia, toma la reliquia en la diestra y dirige al regimiento la siguiente
alocución:
“Permitidme, señor
general, que antes de entregaros este glorioso estandarte, lo estreche sobre mi
corazón y calme un tanto las emociones que me produce la suerte de haberlo
colocado de nuevo sobre el altar sagrado y de implorar para él las bendiciones
del Dios de los ejércitos. Permitidme que lo abrace en mi nombre y el de mis
compañeros de trabajo y en el de mis hermanos de ministerio en Chile y sobre
todo, en el de un venerable anciano que desde los márgenes del Bio Bio
contempla y sigue con sincera simpatía hasta los más pequeños incidentes de
esta guerra colosal. A un obispo chileno que rodeado de su cristiana y solícita
grey, medita y ora por el feliz éxito de esta contienda.
Este estandarte ha
sido profanado por las manos sacrílegas de nuestros enemigos; pero de ninguna
manera humillado o rendido. Bien lo sabéis, general; en la gloriosa, aunque
desgraciada batalla de Tarapacá, los héroes que defendían con esta insignia la
honra de la república, cayeron agobiados por el número, hacinados a su
alrededor y los enemigos no pudieron gloriarse de poseer tan preciosa reliquia,
sino despedazando cadáveres y destrozando músculos ya sin vida.
General Pedro Lagos
Marchant,
padrino y representante de su
señora en la ceremonia.
(colección del
autor).
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Hoy, nuestra madre
iglesia reconcilia este estandarte e implora del cielo un nuevo esplendor que
no se borrará jamás, para que así, general, lo entreguéis a los vengadores del
ultraje.
Señores jefes,
oficiales y soldados del 2º de Línea, vais a recibir por segunda vez vuestro
querido estandarte; las bendiciones del cielo han caído sobre él y lo vais a
recibir de las manos del simpático y valiente general que ha venido conduciendo
nuestras huestes a la victoria.
Ramírez, Vivar y
toda su pléyade de bravos que perecieron gloriosamente bajo la sombra de esta
insignia, contemplarán vuestra actitud en el combate desde la mansión sublime
de la inmortalidad. ¡Mengua eterna si olvidáis sus nombres! ¡Gloria infinita si
imitáis su ejemplo!”
El General Baquedano, con el estandarte en la diestra, llama al comandante Del Canto, le hace subir la escalera hasta el corredor en que se encuentra rodeado de los altos jefes y funcionarios del ejército y con voz vibrante se expresa así:
“Señor comandante,
en nombre del supremo gobierno de Chile y en nombre también, de toda la nación,
os entrego este estandarte, que es el emblema de la patria; vos, los señores
jefes y oficiales y todo el regimiento 2º de Línea que comandáis, me
responderán de esta sagrada insignia”.
El comandante Del
Canto, recibiendo el estandarte, contesta en los siguientes términos:
“Mi general, bien
conocemos todos los del regimiento 2º de Línea los deberes que tenemos para
custodiar nuestra bandera; tenemos vivo el heroico ejemplo que nos han legado
los comandantes Ramírez y Vivar, los oficiales y tropa sacrificados en
Tarapacá, en defensa de este precioso emblema; si por desgracia se volviera a
perder, no lo busquéis en poder del enemigo, sino que haréis remover en el
campo de batalla el más alto hacinamiento de cadáveres del 2º de Línea y en su
base encontraréis el estandarte cubierto con los defensores”. Y volviéndose al
regimiento, grita: “Señores jefes,
oficiales y tropa, ¿prometéis defender esta bandera, insignia sagrada de la
patria?”.
“Si, prometemos” –
contesta el regimiento.
“Pues bien, señores
del regimiento, en prueba de que así juramos, ¡Viva Chile!”.
Un viva a Chile
unísono, ensordecedor, cuyo eco fue tañendo de cerro en cerro, hasta perderse
en la distancia, truena el espacio, lanzado por el 2º de Línea, los piquetes
asistentes y la enorme concurrencia presente a la ceremonia.
El comandante Del
Canto pone el terciado y coloca el regatón del asta de la bandera en la cuja al
Subteniente Filomeno Barahona, hermano del abanderado que rindió la vida
empuñando a dos manos el asta, en Tarapacá. La nueva escolta, porque la antigua
se acabó en la batalla de Tarapacá, pasea el estandarte frente al regimiento,
que presenta armas, mientras la banda tocaba la marcha triunfal de Yone.
Una vez que la
escolta toma su colocación, los señores Eulogio Altamirano, Isidoro Errázuriz y
Máximo R. Lira, dirigen a la concurrencia brillantes y patrióticos discursos,
cuya elocuencia conmueve profundamente a los presentes. Terminada la ceremonia,
el 2º de Línea se dirige a su campamento, a los acordes del Himno de Yungay,
escoltado por los destacamentos de los demás cuerpos.
Componen la nueva
escolta del estandarte, los sargentos José Dolores González, Justo Urrutia,
Cipriano Robles; y los cabos Tiburcio Torres, Juan de la Cruz Oses, Justo
Pérez, Aniceto Muñoz y Pascual Reyes. Todos son antiguos segundos; marchan
orgullosos y radiantes, aunque saben que van condenados a muerte.
Así, durante la
batalla de Chorrillos (13-01-1881), la bandera del regimiento recibió tres
balazos más, llegando a la cifra de 31 impactos en total. La original sólo
presenta 20 impactos bordados con hilo metálico en forma de estrella según el Museo
Histórico Nacional; la diferencia pueden haber sido impactos en el asta (en el
diario El Nuevo Ferrocarril del 18 de diciembre de 1879, se indica
textualmente sobre la batalla de Tarapacá que “...asombraba un diluvio de
balas [que caían sobre la insignia y abanderado]. Una de estas le rompe el asta
del estandarte...”), bufanda y otros elementos constitutivos de la
insignia. No se descartan impactos dobles, una perforación para dos impactos.
- Portaestandartes.
Como todos los abanderados de los cuerpos de las tres armas, el oficial
portaestandarte siempre estaba encuadrado o adjunto a la plana mayor de la
unidad. Siendo el primer portaestandarte, que inicia en la guerra, el Subteniente
Gabriel N. Aravena, en junio de 1879; continuando en agosto de 1879, el Subteniente
Bartolomé Telésforo Barahona Romero, muriendo en la batalla de Tarapacá,
defendiéndolo. Ocupa el puesto vacante, en febrero de 1880, el Subteniente
Tomás Valverde. Para diciembre de 1880, asume el mando el Subteniente Moisés
Filomeno Barahona Romero, hermano de Bartolomé; quien recibe el estandarte
recuperado, en una ceremonia en la hacienda de Lurín el 9 de enero de 1881.
Para fines de enero, en el Callao, es portaestandarte el Subteniente Aurelio
Rojas. El Subteniente Carlos Marks toma la enseña en octubre de 1881; pasándola
en junio de 1882, al Subteniente Juan Agustín Galleguillos.
- Descripción.
Sus dimensiones
principales son 150 cm de largo y ancho; y su estrella de cinco puntas central
está inscrita en un círculo de 81 cm de diámetro.
Alrededor de la estrella central está toda la gloria del estandarte,
que se cifra en ocho premios colocados sobre él en la batiente derecha. Son
estas ocho leyendas de oro entre laureles u olivos del mismo metal, que
recuerdan otras tantas victorias obtenidas por el cuerpo, en líneas que
descienden al interior del laurel. Las cinco primeras entre las puntas de la
estrella.
Detalle de dos parches de
acciones de guerra en que el 2° de Línea participó;
no necesariamente el
estandarte estuvo en el campo de batalla.
Estos parches se pusieron normalmente
después de la guerra,
en tiempos de paz, para conmemorar las acciones bélicas
y
la gloria del cuerpo, entre ramas de laurel u olivo.
(gentileza Museo Histórico Nacional).
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Dice la primera “Calama, 23,
Marzo, 1879”.
La segunda “Pisagua, 2, de, Novi,
1879”.
La tercera “Sn Francisco, 19, de,
Novi, 1879”.
La cuarta “Tarapacá, 27, de, Novi, 1879”.
La quinta “Ángeles, 22, de, Marzo, 1880”.
En la esquina
superior izquierda, la sexta “Tacna, 26,
de, Mayo, 1880”.
Bufanda o lazo de seda tricolor que iba amarrado a la cuba de la moharra.
Normalmente ambos extremos llevaban flecos de oro, además del anagrama RCH
(República de Chile) entre una rama de encina y una trinitaria enlazadas,
con hilo de oro. El mostrado corresponde al “Tacna” 2° de Línea.
(gentileza Museo Histórico Nacional).
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En la punta inferior de la estrella central,
la séptima “Chorrillos, 13, de, Enero,
1881”.
En la punta derecha de la estrella central, la
octava “Miraflores, 15, de, Enero, 1881”.
PATRICIO GREVE MÖLLER
Investigador Histórico-Militar
viernes, 15 de septiembre de 2017
UNIFORMOLOGIA IV: Soldado del Batallón “Loa” 3° de Línea, Bolivia, año 1880. Por Patricio Greve Möller.
Cabo 2° en posición de disparo, con pierna al suelo, durante la batalla
de Tacna o “Alto de la Alianza”. Carga terciada una talega de munición
con 80
tiros. Viste los colores de su cuerpo durante la batalla, con manta
a la
cintura, cantimplora de lata, bolso de tela y zapatos negros.
El clase ha
tomado un fusil peruano caído para responder el fuego.
(ilustración de Patricio
Greve Moller y Claudio Fernández).
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Unidad de infantería creada a partir de la disuelta Columna de infantería de la
Guardia Nacional “Loa” en 1880, la
cual, tras su regreso a la ciudad de Arica el 18 de diciembre de 1879, es
reformada hasta sus bases en una nueva reorganización del ejército boliviano.
Como estaba vacante el puesto
de la tercera unidad de línea boliviana, por la dispersión del anterior cuerpo
tras la batalla de San Francisco (o Dolores) el 19 de noviembre de 1879, y
viendo el alto mando el aguerrido desempeño de la Columna “Loa” durante la primera campaña del sur, decide hacer recaer sobre
este cuerpo el nuevo puesto conocido como de “los verdes”, en la tercera unidad
de línea de Bolivia.
Unido a los cuadros de la I
división del coronel Miguel Castro Pinto, presenta al 15 de mayo unos 359
hombres en sus cuadros; con los cuales se presenta a la batalla de Tacna el 26
de mayo de 1880; donde es definitivamente destruido en combate.
Réplica de chaqueta o blusa verde, con sus vivos rojos
característicos usada
por el batallón “Loa” 3° de Línea.
(Museo del Litoral Boliviano, La Paz,
Bolivia).
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En el periodo de su
reorganización, según las memorias de Manuel P. Claros (día 21 de diciembre de
1879), viste de uniforme “…pantalones de
toda clase; así como sus pensacolas (chaquetas) eran variadas, con rifles Chassepot…”. Esto era producto aún del
uso de sus antiguos uniformes de la ex Columna “Loa”, los que pronto serán cambiados por los nuevos uniformes
“verdes”. Dentro de esta transición no fue raro verlos con ropa de civil.
Poco a poco les fueron
suministrados los elementos de campaña necesarios, como las imprescindibles
cantimploras, de las cuales estaban desprovistos aún al 19 de febrero de 1880.
Soldados del batallón “Loa” 3° de Línea fotografiados con su uniforme
de campaña. Resalta el cobertor con cubrenuca blanco del morrión, y las bufandas blancas anudada al cuello y alrededor de él. Interesante también es el maletín porta munición de cuero café
(Colección particular).
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El cronista-soldado Manuel P. Claros aclara que al 1° de mayo de 1880, ya “…los soldados tenían por uniforme pantalón azul, chaqueta verde…”. Poco antes del combate reciben una talega de balas como equipo final de batalla. En la batalla de Tacna combaten con el fusil francés Chassepot modelo 1866, reformado en 1872 por el ejército peruano, más conocido como fusil peruano o Castañón, por el nombre de su reformador. Posee un calibre de 11 mm y un alcance de 1.200 metros.
PATRICIO
GREVE MÖLLER
Investigador Histórico-Militar.
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