martes, 22 de agosto de 2017

EQUIPAMIENTO II : la canana peruana . Por Patricio Greve Möller

   Vista general de la canana peruana de seis bolsillos, fabricada en 
dril blanco, con marcas en negro de identificación del soldado que
 la portaba, encontrada en la pampa del Tamarugal (colección privada).
 Este elemento utilizado por el ejército peruano, tiene sus inicios desde los albores de la guerra, desde 1879 en adelante. Si se tiene en cuenta que el transporte de munición en combate era una tarea primordial para las tropas, la utilización de cinturones de balas o bolsas era común en los ejércitos aliados desde los inicios del conflicto, predecesores del chileno en combate, quienes recién los utilizarán en la campaña de Lima.

Al 1° Ejército del Sur del general Buendía en 1879, acantonado aún en Iquique en noviembre de 1879, indica el autor Roberto Querejazu Calvo, recién se les “…repartió un poco de lona, para que los propios soldados se cosieran cananas…”.

Vista superior de la misma canana de tela, donde se aprecia la distribución
 de la munición y cajas de balas en sus bolsillos (colección privada).
Es de notar que estas cananas de balas, se distinguen de las chilenas, por llevar sólo seis bolsillos para las cajas de munición de 10 tiros, lo que nos da un total de 60 tiros por soldado (estándar utilizado por el Perú en su ejército). Su diseño, de hechura artesanal, ya que todo soldado se cosía su propia canana o cinturón de balas a falta de cartucheras de cuero acharolado, poseía un sistema de enganche en la espalda a través de una hebilla de acero; su pérdida o falta era compensada en una amarra de los dos extremos. Mayor munición o adicional se les entregaba cuando entraban en combate. Característico de estos bolsillos, por la falta de tapas que eviten que la caja de munición abandone su posición, es una costura de cierre de cáñamo, que obstaculizaba este movimiento y aseguraba la caja, fácil de cortar.

Terminada la campaña de Tarapacá, y durante la campaña de Tacna y Arica, no se tiene conocimiento del uso de porta capsulas tipo cinturón de balas. Pero si hay indicaciones del uso de bolsas de munición llamadas “talegas”.

Sargento 1° del batallón “Zepita” N°2 en la campaña del sur
 (departamento de Tarapacá). Se aprecia como se portaba la canana
 de tela en la cintura (ilustración de Patricio Greve y Claudio Fernández).
Durante la campaña de Lima, tenemos una indicación en el tomo IV del autor Pascual Ahumada, en enero de 1881, quien nos refiere sobre el ejército peruano de defensa: “...que viendo que el contratista de las porta-cápsulas no hacía proporcionadas entregas, se facilitó al soldado el material suficiente para que las hicieran en el campamento...”. Además, el observador de la marina inglesa, teniente Reginald Carey Brenton nos aclara que: “...cada hombre cargaba munición para 100 tiros…”.

Para la batalla de Miraflores, el 15 de enero de 1881, el historiador Benjamín Vicuña Mackenna nos indica sobre el Ejercito de la Reserva de Lima que: “...la mayor parte de los cuerpos peruanos, según se observó más tarde, no tenían sus municiones en sus cananas y morrales...”.

No se descarta el uso de las mantas como porta munición, a pesar de tener claro que dicho elemento no aseguraba la pérdida segura de munición en combate, por el continuo movimiento del soldado. Así lo indica Pascual Ahumada en su tomo V: “…todos hacían sus preparativos para la marcha, la manta repleta de cartuchos, a la cintura...”.

Durante la campaña de la Breña, es más probable el uso de los bolsos para la munición durante el combate que cinturones de bala propiamente, ya que la munición de combate se distribuía sólo antes de entrar en combate.
  

PATRICIO GREVE MÖLLER
Investigador Histórico Militar

viernes, 18 de agosto de 2017

EQUIPAMIENTO I: La mochila-cama chilena. Por Patricio Greve Moller

     Sargento 1° Pedro Pablo Benavides del regimiento cívico movilizado
 “Esmeralda”en 1879, junto al subteniente Luis Ureta Carvallo.
 Se puede apreciar la mochila-cama en su espalda, junto con ella
 la maleta cilíndrica de lona (colección fotográfica particular).

Aunque este curioso equipamiento es uno de los tantos diseños nuevos y pruebas de equipos para la guerra, es poco conocido; ya que no se cuenta con iconografía o esquemas relativos a su configuración, sólo descripciones escritas y algunas fotos que lo atestiguan; aún así, trataremos de mostrar su configuración.


    
          Soldado Tristán González del batallón cívico
                 movilizado“Chacabuco” N°1 en 1879. Se aprecia
                  la maleta cilíndrica de lona en su espalda y un par
                  de botas de repuesto en las amarras de su mochila 
(colección  particular).

Durante la guerra se conocieron dos tipos de mochilas militares. La primera, totalmente de cuero (la antigua) y la segunda (la nueva) de hechura mixta, en gran parte de tela burda con refuerzos de cuero y armazón de madera.  Según los informes de la Intendencia General de Chile de 1879, este nuevo equipamiento nació de: “…la necesidad de aliviar al soldado de todo peso inútil para la marcha, y de darle un menor volumen y peso posible, se adoptó, después de un examen e informe del ejército expedicionario, de esta nueva prenda de equipo que fue designada con el nombre de mochila-cama.  Ésta consistía en un paralelógramo de lona fuerte blanca, sobre la cual iba cosida una frazada de lana  y una sábana de tocuyo. En el centro de una de sus cabeceras, lleva cosida una pequeña maleta cilíndrica de lona, con cabecera de suela, destinada a guardar la ropa y útiles de vestuario que el soldado no tiene en inmediato uso y que le sirve a la vez de almohada. En la práctica, se encontró que esta mochila no dio los resultados esperados porque se prestó para que el soldado la llenara con cuanto encontró en su camino y la hizo muy pesada. Este defecto, sin embargo, no era de la mochila, sino de una falta de disciplina y control; pues estaba reglamentado lo que cada soldado debía llevar…”.  


    Interpretación de cómo debió ser la mochila-cama. Aunque no existen esquemas,
ni originales en museos o colecciones particulares, se ha interpretado el posible
 diseño y la forma de uso por la tropa (ilustración del autor, Patricio Greve Moller).
El periódico El Estandarte Católico nos complementa la información el 27 de febrero de 1880, con un extracto del corresponsal del diario El Lota, quien describe este equipo en la forma siguiente:  “…La mochila es lo más curioso, extendiéndola aparece una cama completa: compónese de un pedazo de lona como de dos y media varas de largo y dos pies de ancho la que termina en un cilindro vacío, el que se puede llenar de tierra o paja, sirviendo así de almohada; en la parte superior de la lona hay hilvanada con cáñamo una ancha y gruesa sábana, a los pies hay otra sábana angosta y larga, de manera que el individuo queda tapado con tres: las dos de los lados y la de los pies, no pudiendo así destaparse por el mal dormir…”.  En su mochila, el soldado lleva una muda completa de ropa, menos las botas; cuando le toca hacer una marcha corta y con parada larga.  La iconografía nos muestra también las correas laterales para sujeción del par de zapatos acharolados negro (cuando se disponía de este calzado adicional).  La mochila-cama completa un costo de $ 5,60 de la época, y se mandaron a hacer sólo 11.204 unidades. El resto del ejército mantuvo la mochila antigua, suministrada por la Maestranza de Artillería desde 1879 hasta 1884.

PATRICIO GREVE MOLLER

  Investigador Hístórico-Militar.



                 Soldado   Soldado Eleodoro Gálvez Moscoso del batallón cívicomovilizado
         “Chacabuco” N°1 en 1879, Antofagasta, junto al coronel de Guardias Nacionales
         don Domingo de Toro Herrera. Es apreciable el otro lado de la mochila-cama en
          su espalda con la maleta cilíndrica sobre ella, y las amarras para los zapatos
          (“Álbum Gráfico Militar de Chile. Campaña del Pacífico.   1879-1884”de 
             J. Antonio Bisama Cuevas, 1909).


      



 Capitán Roberto Márquez Labra (derecha) y su ordenanza, 
del regimiento cívico movilizado “Curicó”. Se destacan 
claramente las maletas tras la nuca, de las mochilas-cama
 (colección fotográfica particular).

miércoles, 9 de agosto de 2017

UNIFORMOLOGIA II: Los inicios del casco pickelhaube en el ejército chileno, 1879. Por Patricio Greve Moller


Los inicios de esta singular pieza en los uniformes militares de Chile, se remonta históricamente a mayo de 1879, en los inicios de la Guerra del Pacífico.

Estando acantonado en San Bernardo, en la fecha referida, el nuevo batallón cívico movilizado “Chacabuco” Nº 1 de la Guardia Nacional, recibe como prenda para cubrir su cabeza un singular casco, más de uso europeo que sudamericano.

            Alférez peruano del arma de artillería con pickelhaube
               (archivo personal de Renzo Babilonia).
Este nuevo elemento atípico para la época, es un casco prusiano de cuero acharolado (pickelhaube), barbiquejo de cuero, con guarniciones doradas y una estrella dorada en el frontal (en reemplazo del escudo peruano); que por esas circunstancias de la guerra, había sido embargado en las bodegas de la aduana de Valparaíso. Como los cascos no alcanzaron para toda la tropa, la Inspección General de la Guardia Nacional suplió la diferencia con kepís de paño azul con banda roja. Cuatro de las cinco cantineras de la unidad recibieron también este novedoso casco, sólo que con guarniciones blancas.

Su tiempo de uso en el batallón “Chacabuco” N°1, se extendió hasta el 12 de julio de 1879, tras su regreso a Antofagasta desde el Salar del Carmen; cuando se apreció que ya no portaban sus vistosos cascos, reemplazados por kepíes con cubre nuca, más o menos iguales a los de los otros cuerpos.

Para conocer más detalles de este singular casco, utilizado por primera vez militarmente en Chile, debemos saber que tras la guerra franco-prusiana de 1870 y la derrota estrepitosa del ejército francés en los campos de batalla, el modelo prusiano empieza a imponerse en los ejércitos sudamericanos.

 Alférez peruano del arma de artillería con pickelhaube
   (archivo personal de Renzo Babilonia).
Es así como el diario francés XIX Siécle nos indica a inicios de 1879 que: “…hasta 1870, el Perú tenía a honor vestir a sus soldados a la francesa. A la terminación de nuestra guerra [la guerra franco–prusiana de 1870], el gobierno creyó útil darles el uniforme prusiano que, con sus tintes grises y sombríos, no sienta a hombres de color bronceado…”. Ya en 1872 aparecen las primeras unidades peruanas estrenando los primeros pickelhaube prusianos.

Iniciada la guerra de 1879, el 19 de abril, el diario El Mensajero del Pueblo publica en sus páginas que se han decomisado al gobierno del Perú “500 cascos prusianos”.

Es bueno aclarar aquí, que la procedencia de estos cascos fue un misterio para el autor de este artículo por mucho tiempo. Los llamados “cascos prusianos” no eran usados por el ejército de Chile en esta época, por consiguiente, su aparición en documentos de época y fotografías, era una completa incógnita. Aún así, la búsqueda exhaustiva de información dio sus resultados inicialmente con dos fuentes bien precisas:
 Soldado batallón “Antofagasta” N°1 
con casco pickelhaube (julio 1879).
 Ilustración realizada por Patricio Greve
 y Claudio Fernández)

-          Vicuña Mackenna, Benjamín. Historia de la Campaña de Tarapacá, desde la ocupación de Antofagasta hasta la proclamación de la dictadura en el Perú. Tomo I, 1º edición, Rafael Jover editor, Santiago, 1880, p. 627, pié de página.


-          Mahan Marchese, David. Noticias extraoficiales de la Guerra del Pacífico. Recopilación de editoriales y noticias aparecidas en el periódico semanal El Mensajero del Pueblo, entre los años 1879 a 1881. Edición 1979, p. 16. En el semanario indicado aparece esta información el día 19 de abril de 1879, y los identifica claramente como cascos prusianos.

                     Batallón cívico movilizado “Chacabuco” N°1 en San Bernardo
            con pickelhaube (mayo 1879, Museo Histórico y Militar de Chile).
Ambas fuentes coinciden en que estos cascos prusianos fueron decomisados en la aduana de Valparaíso, los días 12 ó 13 de abril de 1879, donde se encontraban encajonados con otros artículos de guerra, de paso para el Perú, que los habían comprado antes de estallar el conflicto. Vicuña Mackenna habla de 432 cascos negros y el semanario de 500 cascos prusianos. Por lo anterior, queda demostrado que estos cascos eran para Perú, lo que coincide con la prusianización del ejército peruano desde 1872, antes de comenzar el conflicto.

A mayor precisión, el diario santiaguino El Estandarte Católico, publica el 12 de abril de 1879:

Importante disposición gubernativa – Digna del mayor elogio ha sido la determinación que ha tomado el señor ministro de hacienda respecto del armamento y vestuario de guerra que existía en la aduana de Valparaíso y que había sido comprado por el gobierno del Perú en época anterior.

Batallón cívico movilizado “Chacabuco” N°1 en San Bernardo
            con pickelhaube (mayo 1879, Museo Histórico y Militar de Chile).


He aquí el decreto de decomiso:

Santiago, abril 11 de 1879 – Vista la nota que precede y los documentos que se acompañan, de los cuales consta que existen en los almacenes de la aduana de Valparaíso un armamento y vestuario de propiedad del gobierno peruano, y Considerando:




1°        Que el fin legítimo de la guerra autoriza la adopción de todas las medidas necesarias para obtenerlo.
2°        Que el estado de guerra da derecho para quitar al enemigo las armas y demás medios que tenga para hostilizarnos.
3°        Que todo armamento y equipo militar es contrabando de guerra.
    Figuras a escala, con réplica de uniformes
del batallón “Chacabuco” N°1, con abrigo
 y sin, además de pickelhaube (mayo 1879), 
del artista Claudio Rojas Schiller.


En virtud de la facultad que me confiere la ley de 4 del que rige.

He acordado y decreto:

Se decomisa el armamento y vestuario de guerra de propiedad del gobierno peruano que existe depositado en almacenes de la aduana de Valparaíso.

Tómese razón y comuníquese – Pinto – Julio Zegers.

El armamento y vestuario a que se refiere el anterior decreto, es el siguiente:

940 fusiles Chassepot rayados. 500 fusiles fulminante Minier [sic]. 1.500 uniformes. 500 chaquetas para caballería. 500 cascos prusianos de los que usan los hulanos del ejército alemán. 1 ametralladora con todos sus útiles. 66.000 tiros para la ametralladora. 100.000 tiros para los Chassepot.

  Figuras a escala, con réplica de uniformes
del batallón “Chacabuco” N°1, con 
abrigo y sin, además de pickelhaube
 (mayo 1879), 
del artista Claudio Rojas Schiller.
Tras el desuso de parte del batallón “Chacabuco” N°1, el diario antofagastino El Catorce de Febrero del 1° de julio de 1879, nos aclara el nuevo destino de los cascos:

“…El uniforme que estrenó el batallón [Antofagasta] Nº1 fue de la aprobación y el agrado de todos los que lo vieron. A su sencillez, reúne lo vistoso y lo cómodo, sobre todo los hermosos cascos a la prusiana tan útiles en la campaña como en una parada. Toda reforma e innovación tiene sus adversarios, así es que no ha faltado partidario del kepí o de los tradicionales colores colorado o negro que no haya encontrado feo el color tierra del uniforme del Batallón Nº1…”.

Finalmente, esta partida de cascos se pierde en las páginas de la historia militar chilena y los nuevos aires de prusianización implementados a finales del siglo XIX, darán frutos en el nuevo reglamento militar de vestuario de 1902, conocido como “prusiano”; donde harán su    aparición definitiva los cascos prusianos.

   PATRICIO GREVE MOLLER
 Investigador Histórico Militar


Comandante don Domingo Toro Herrera
 del batallón “Chacabuco” N°1 y 
soldado con pickelhaube, 
en Antofagasta 1879 
(álbum fotográfico de Bisama Cuevas
  Figuras a escala, con réplica de cantinera, un tambor y capitán 
del batallón “Chacabuco” N°1, con pickelhaube (mayo 1879), 
del artista Claudio Rojas Schiller.

domingo, 6 de agosto de 2017

UNIFORMOLOGIA I: Soldado del Batallón Cívico Movilizado “Talca”, batalla de Huamachuco, Julio 1883. Por Patricio Greve Moller


Gracias a las memorias de Patricio Lynch al gobierno chileno, de 1883; además de diferentes fuentes de documentación relativa a la denominada “Campaña de la Breña o Sierra” peruana, hemos podido reconstruir el uniforme de campaña utilizado en la batalla de Huamachuco, el 10 de julio de 1883, por esta unidad de infantería chilena.
El equipo estándar que portaban las tropas “talquinas” en esta nueva fase de la guerra, siendo batallón de la Guardia Nacional chilena, consistió en:
  1.    .    Manta o frazada de lana color gris o café claro, enrollada en la espalda, por  medio del porta rollo.
    2.    Una mochila normal de cuero, donde se llevan utensilios personales y mudas de ropa.
    3.    Correaje o fornitura de cuero porta rollo.
    4.    Cinturón de cuero negro con hebilla de bronce cuadrada (con inscripción de la Guardia Nacional y ciudad de origen del cuerpo), que lleva sujeto el tahalí de cuero acharolado negro con la vaina metálica de la bayoneta (cubierta por un estuche de paño, confeccionado por el mismo soldado para campaña) y cartuchera de cuero acharolada negra en la espalda.
    5.    Una cantimplora (caramayola) de hojalata, para 2 litros de capacidad de agua, cilíndrica, provista de una barquilla o taza en su parte inferior (“cachucha” para café), y un plato con orejas plegables de bordes altos adosado al conjunto para el rancho diario (el cierre hermético se realiza con un corcho aprisionado por un gorro metálico unido a una cadena soldada a la cantimplora y una correa de cuero con hebilla permite terciarla).
    6.    Un par de botas de cuero de media caña, color bayo o café claro, con la carnaza hacia afuera, de doble suela, muy resistente y con la propiedad de evitar los callos (a veces llevan el zapatón de becerro al costado de la mochila de cuero, cuando se cuenta con este elemento; en campaña normalmente la bota reemplazó al zapatón de becerro). Con tiradores en los costados altos de la caña.
    7.    Un fusil Comblain II provisto de su bayoneta-sable, protector del mecanismo de tela, tapón en el cañón (confeccionado por el mismo soldado) y porta fusil (correa).
    8.    Un kepí de paño de color gris azulado (azul acero actual), sin vivos, visera acharolada recta negra, con barboquejo del mismo color, provisto de una tela blanca cubre nuca desmontable a través de 3 botones de nácar o cosida fija (en su frente lleva una estrella o las letras BT de latón, distintivo del cuerpo).
    9.    Un kepí de brín blanco o café claro, similar al anterior en los otros aditamentos, con la identificación pintada en negro sobre la tela.
    10. Un pantalón de paño azul Francia, con bragueta cubierta por pliegue, provisto de botones de nácar y en su parte posterior lleva un corte en la pretina que facilita ceñirlo al usuario, y dos bolsillos laterales. Sin vivos en los costados.
    11. Un pantalón de brín blanco o café claro, similar al de paño.
    12. Una camisa blanca de tocuy, con una línea de botones nácar, con un pequeño cuello (repuesto va en la mochila).
    13. Un cuello blanco almidonado y botón nácar de cierre, para guarnición. En campaña no se usaba.
    14. Un calzoncillo largo de algodón (repuesto en la mochila).
    15. Una chaqueta o levita de paño gris azulado (azul acero) con faldón, con doble hilera de 5 botones de bronce con estrella rodeado de laurel, en relieve, semi esféricos, en pechera cruzada, con bocamangas rojas provistas de 2 botones chicos, similares a los indicados, para cerrar corte en bocamanga, cuello rojo con puntas redondeadas (la pechera está provista en su costado de un bolsillo y para esta cuarta campaña aparece un botón tipo bocamanga sobre cada hombro para las palas de lana roja.
    16. Un morral de tela de buque con refuerzos de cuero, provisto de correaje de brín y un cierre con hebilla en su frente; interiormente lleva una división para separar alimentos de los útiles de aseo.
    17. Una manta de lana gris o café, para la humedad, lluvia, granizo o nieve.
    18. Dos pares de medias de lana (un par de reemplazo en la mochila).
    19. Un corbatín de paño negro para salida de franco o parada.
    20. Un protector de mecanismo o funda completa para el fusil, azul o rojo (si se perdía, el mismo soldado se confeccionaba uno con restos de uniformes o telas dadas de baja).
    21. Un conjunto de cubiertos metálicos: cuchara, cuchillo y tenedor (en la mochila o morral).
    22. Una canana o cinturón de balas de tela de buque, simple, con 10 bolsillos para balas, con tapa común para 5 bolsillos, reforzado por cuero; provisto de dos bandas de lona reforzada con cuero en su unión al cinturón, como suspensores. Cada bolsillo puede llevar una caja de balas para Comblain II de 10 tiros, haciendo un total de 100 tiros el cinturón.
    23. Una frazada de algodón ploma de una plaza.
    24. Pañuelo blanco para cuello.
    25. Herramientas de limpieza y desarme del fusil.
La tropa alternó el uniforme de brín con el de paño, según los requerimientos expedicionarios de esta campaña; bajo las condiciones climáticas extremas de la marcha se usó la manta y el uniforme de paño bajo el de brín, de tal forma de proteger el uniforme de paño que era el más oneroso.

PATRICIO GREVE MOLLER
Investigador Histórico Militar.